Me enseñaste - Cartas sin destino
No me podría quejar, mucho menos arrepentir de lo que alguna vez tuvimos. Me enseñaste tantas cosas cariño. Aprendí a conocerme, a saber, cuán celosa podía llegar a ser, yo, que de eso no sabía. Me regalaste una buena inspiración en las mañanas, sonrisas de nostalgia por las tardes y largos insomnios de incertidumbre por las noches. Descubrí que siempre se puede dar un poco más. Que las horas jamás son suficientes cuando de amar se trata. Que no hay mejor lugar en el mundo que entre los brazos de quien se ama. Que para escribir sólo se necesita un corazón dichoso y enamorado o uno jodidamente despechado. Y, a decir verdad, hoy me siento en la mitad de ambos.